En este escenario entonces, cabe hacer la pregunta: ¿Es la salmonicultura chilena realmente sustentable? Por el momento, la única salvaguardia posible puede venir desde la banca.
Por: Eduardo Tarifeño, Biólogo Marino
Julio de 2016
No hay dudas que la industria salmonera chilena, otrora modelo de desarrollo y crecimiento empresarial reconocido mundialmente, está en una fase de replanteo profundo de su modelo de negocios. En los últimos años ha experimentados varios eventos ambientales (virus ISA, erupción volcán Calbuco, mareas rojas) y económicos mundiales (caída del precio del salmón en los mercados internacionales) inesperados pero previsibles, que la mantiene en una condición de enfermo grave en estado estable.
En 2007 ocurrió la crisis del virus ISA que obligó a la industria salmonera a renegociar drásticamente sus deudas contraídas con la banca nacional para financiar sus proyectos de desarrollo y crecimiento, bajo supuestos de ser un negocio altamente rentable. Los estudios de factibilidad indicaban que los números sería azules, considerando la existencia de extensas áreas para la instalación de las jaulas de cultivos, calidad de las prístinas aguas de la zonas de canales al sur de Chile, disponibilidad de abundante alimento de bajo costo de producción basado en la producción de harina con las pescas de jureles, débiles niveles de regulación ambiental y administrativa, y trato preferencial de la banca nacional y extrajera.
Resultados de esta primera crisis fue una reorganización empresarial con varias fusiones de empresas y salida del sistema de aquellas más débiles que obligó a las salmoneras a renegociar sus cuantiosas deudas con la banca, en términos mucho más exigentes en cuanto a los plazos de pago y montos de las deudas; es decir, bajo condiciones más restrictivas dado que la banca tuvo una visión más realista de la inestabilidad del negocio.
Otra consecuencia de la crisis del ISA fueron los cambios y nuevas exigencias regulatorias para esta actividad que tuvo que establecer el Ministerio de Economía, a través de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura y Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura, ejemplificado en el establecimiento de barrios salmoneros y topes en la densidad de cultivos (kg de peces por m3 de agua en las jaulas). Del análisis de las causas de brote del virus ISA, quedó claro que las altas densidades de cultivos aplicadas (aprox. 30 kg/m3) y las débiles normas sanitarias, facilitaron la rápida e intensa propagación del virus ISA entre los centros de cultivos.
En 2012 se dictó el Reglamento Sanitario (RESA) de densidades de cultivos que redujo la capacidad de cargas en las jaulas, densidades de cultivo que en hoy nuevamente está siendo revisada para hacerlo aún más restrictivo. La actual situación financiera es muy compleja para las salmoneras, dado que por una parte están bajo la presión de la banca para que aumenten la producción y así poder saldar lo antes posible las cuantiosas deudas pendientes desde 2008; mientras que por el otro lado, el RESA exige disminuir las densidades y por lo tanto la producción, para evitar otros brotes virales tipo ISA.
A la crisis de precios en el mercado mundial de los salmones ocurrida en 2012, de la cual la industria salmonera aún no se recupera del todo, se sumó la reciente crisis de la mortalidad de salmones (40 mil toneladas) ocurrida por problemas con el florecimiento de la microalga Pseudochatonella sp. La información contable de conocimiento público indica que el pasivo total de las compañías, según la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) totaliza actualmente US $ 1.832 millones, de la cual el 68% del total de la deuda es de corto plazo. Entre los bancos involucrados en las renegociaciones figuran Penta, Santander, BCI, Security, Rabobank, Banco Chile, CorpBank, Scotiabank, BICE, BancoEstado y BBVA.
De acuerdo a los antecedentes anteriores, es claro que las empresas salmoneras nacionales deberán replantear sus modelos de negocios, considerando el nuevo escenario para el desarrollo de esta actividad productiva, como son las restricciones a las densidades de cultivos que indica el RESA, disminución de nuevas áreas disponibles para los cultivos, eventos oceanográficos ambientales de difícil predicción, presencia de agentes patógenos productores de enfermedades de complejos y costosos tratamientos, disminución de la calidad ambiental en las zonas de cultivos por aportes de nutrientes y materia orgánica provenientes de las misma actividad de cultivos. Además, debe enfrentar la competencia internacional de productores con oferta de menores precios al tener menores costos de producción basados en mejores práctica de cultivos.
En este escenario entonces, cabe hacer la pregunta: ¿Es la salmonicultura chilena realmente sustentable? Por el momento, la única salvaguardia posible puede venir desde la banca.
Dr. Eduardo Tarifeño Silva, Biólogo Marino, Ph. D. Miembro Titular del Consejo Nacional de Pesca, nominado por el Sr. Presidente de la República.